Ni el rombo entreabierto de tus labios ni los brillantes óvalos de tus ojos, ni los círculos concéntricos de tus senos ni el triángulo inevitable de tu pubis son lo que amo de ti. Ni las curvas líneas de tus muslos o tus nalgas o tu vientre, ni los cálidos planos de tu frente o tus palmas o tu espalda son lo que amo de ti. No es el volumen de tu cuerpo ni la densidad de tu materia, ni la hermosa convexidad externa, ni la placentera concavidad interna son lo que amo de ti. Yo amo el espíritu que anima tu geometría, yo amo a la mujer que habita en tu cuerpo, amada Gloria.